Invasiones bárbaras y caída del Imperio romano
Con la caída del Imperio romano de Occidente se inició en Europa la Edad Media (del año 500 al 1453). Durante este periodo hubo muchos grupos invasores, entre ellos sobresalieron los francos, quienes formaron un reino en Galia bajo un rey llamado Clodoveo (siglo V) de la dinastía (familia) merovingia. Él se había convertido al cristianismo y sus súbditos siguieron su ejemplo: la religión se convirtió en un elemento unificador. Los sucesores de Clodoveo fueron incompetentes y otros grupos de invasores atacaron el reino.
Primero llegaron los musulmanes, quienes atravesaron el Estrecho de Gibraltar (711) desde África hasta la Península Ibérica. Primero derrotaron a los Visigodos; después atravesaron los Pirineos y entraron al reino franco. Luego, fueron derrotados (732) por los francos bajo el mando de Carlos Martel, mayordomo del palacio de los reyes francos. Su hijo, Pipino el Breve, destronó al rey y ocupó su lugar, iniciando la dinastía carolingia (751-987). Pipino el Breve recibió el apoyo del Papa, de forma tal que se forjó una importante alianza entre los carolingios y el Vaticano. Un ejemplo de esta alianza se presentó cuando el Papa Esteban II pidió ayuda al rey Pipino para expulsar a un grupo que lo estaba amenazando, los Lombardos.
Tras expulsar a los Lombardos, Pipino le dio las tierras al Papa; posteriormente, estas tierras se llamaron los Estados Papales.
La importancia de la alianza entre el Vaticano y los carolingios radica en que fue el eje que unificaría a Europa occidental gracias a que sus gobernantes adoptaron el cristianismo como religión.
El hijo-sucesor de Pipino, Carlomagno (768-814), expandió su territorio y expulsó a los musulmanes. Carlomagno creó un imperio centralizado fuerte: el Imperio carolingio. En el año 800, fue coronado emperador en Roma por el Papa León III, con lo cual se unificó la unión entre el poder germánico y la Iglesia católica. Esta coronación tuvo dos significados: por un lado, pretendía continuar el antiguo Imperio romano de Occidente (lo cual no sucedió); por el otro, implicaba que, en adelante, sería el Papa quien coronaría al emperador. Por su parte, el rey creyó tener autoridad sobre el clero, es decir, sobre los miembros de la Iglesia. Los carolingios se dedicaron a cristianizar paganos (los que no creían en Cristo), ya que los súbditos del reino tenían que ser cristianos. En este contexto, el poder religioso y el poder secular (no religioso) quedaban al mismo nivel: el rey-emperador defendía al Papa y el Papa coronaba al rey-emperador.
Carlomagno fue un gran emperador: centralizó el poder real y mejoró su administración; vigiló a la nobleza para que fuera justa y pagara impuestos, y se dio cuenta de que la educación y el conocimiento eran muy importantes, por lo que abrió escuelas y monasterios para preparar a los funcionarios para la administración de su Gobierno. Los sucesores de Carlomagno dejaron acabar el Imperio carolingio. Por el Tratado de Verdún (843), sus nietos dividieron el territorio en tres partes: Carlos el Calvo se quedó con Francia, Luis el Germánico con Alemania y Lotario con el título de emperador y una franja de tierra entre los dos, llamada Lotaringia. Así se desintegró el imperio carolingio y vino una nueva ola de invasores.
Teniendo como base la lectura, responda:
1. ¿Cómo se sentiría usted si un invasor externo atacara su población con intenciones de invadirla y decidir cómo deben vivir de ahora en adelante?
2. ¿Qué opina de la alianza entre el Papa y el rey carolingio? ¿Debería la religión afectar la política?¿Por qué?
3. Los carolingios hicieron un esfuerzo para que todos creyeran en un mismo dios. ¿Qué opina de este esfuerzo?
4. ¿Por qué crees que los visigodos fueron derrotados por los musulmanes?